LA HUELGA A LA LUZ DE LA BIBLIA
“Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; Mas cuando DOMINA EL IMPÍO, el PUEBLO GIME” (Proverbios 29.2)
Por años son muchas las personas cristianas y evangélicas que han entendido que hay ciertos temas que no deberían ponerse nunca en los labios de una persona que asume a Cristo como modelo de vida.
¿es legítimo el que una persona que tenga a Jesús como
modelo de vida asuma la «huelga»
como un tema teológico? ¿En qué manera articularía su enfoque? ¿Cuáles serían
sus compromisos?
La «huelga»
consiste el paro voluntario de labores como forma de exigir el debido
cumplimiento de los derechos adquiridos por los trabajadores y las
trabajadoras. Esto así, en el contexto y materia de los derechos humanos, y en
el contexto y materia del derecho y la legislación laboral, tanto local como
internacional.
En
este sentido, se hace necesario comprender que la «huelga» está reconocida
universalmente como un derecho.
En términos bíblicos, tenemos una serie de principios
que nos animan a asumir la «huelga»
como un verdadero y legítimo tema teológico, estos son:
La trabajadora y el trabajador dependen básicamente de
su salario para el sustento propio y el de su familia. Cuando hablamos aquí del
«sustento», tenemos en
mente muchas cosas más que las simples y básicas raciones alimenticias diarias.
Se implican también el derecho a ciertos niveles de calidad de vida, así como
una alimentación balanceada y de calidad, el derecho a la vivienda y techo
propio, a la recreación, a una vestimenta y calzado digno, a una educación de
calidad (escolar, técnica, vocacional y universitaria), salud integral, un
retiro digno (pensión), etc.
El trabajador y la trabajadora tienen el derecho de
exigir (de manera pacífica y dentro del marco de la ley) que el estado y el
sector empresarial y empleador privado cumplan de manera oportuna con los
derechos y reivindicaciones de la clase obrera.
Ahora
bien, aunque de manera muy lacónica y no tan directa, es posible mostrar
algunos textos bíblicos tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento
que resultan muy pertinentes en esta cuestión. Estos pasajes ponen en evidencia
la preocupación bíblica (y el compromiso con) por el debido y necesario respeto
de los derechos adquiridos por el trabajador y la trabajadora, cito:
Levítico 19.13 “No oprimirás
a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa
hasta la mañana”
Deuteronomio
24.15 “En su día le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es
pobre, y con él sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y sea
en ti pecado”
Jeremías 22.13 “¡Ay del que
edifica su casa sin justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose de su
prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo!”
Malaquías 3.5 “Y vendré a
vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros,
contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a
la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo
temor de mí, dice Jehová de los ejércitos”
Mateo
20.8 “Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a
los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los
primeros”
Lucas 10.7 “Y posad en
aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es
digno de su salario.”
1 Timoteo 5.18 “Pues la
Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de
su salario”
Santiago
5.4 “He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras
tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores
de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos”
Ahora bien, a pesar de la evidencia presentada en
favor de la «huelga»
como un instrumento legítimo de la clase trabajadora, lo cierto es que no todo
es color de rosa. Siempre que el sector laboral y un sector de la sociedad en
conjunto, deciden apelar a la «huelga»
para hacer valer sus reclamos y derechos, aparecen algunas voces que plantean
que “con la «huelga» no
se resuelve nada”. Sin embargo, es claro que este discurso no es más que un
recurso con el que se trata de hacer callar la voz de un pueblo (y desacreditar
la lucha) que reclama justicia social y que sus necesidades sean atendidas.
“Cuando los justos dominan, el pueblo se
alegra; Mas cuando domina el impío, el pueblo gime” (Proverbios 29.2)
“Conoce
el justo la causa de los pobres; Mas el impío no entiende sabiduría”
(Proverbios 29.7)
“Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que
son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus
grandes ejercen sobre ellas potestad” Marcos 10.42
“Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes
ejercen sobre ellas potestad” Mateo 20.25
Ante
la negativa y la recurrente insensibilidad mostrada por las autoridades
gubernamentales a lo largo de nuestra historia, es que se ha ido imponiendo un
matiz muy negativo y violento en nuestros reclamos como pueblo. Se ha ido
fijando y consolidando la idea de que mientras más violentas y perturbadoras
sean las manifestaciones de reclamo y protestas, más sentidas se harán, y
contarán con mayores posibilidades de ser atendidas.
Así
las cosas, cabe preguntarse: ¿Por qué esperan nuestros gobiernos que las
protestas se tornen violentas para decidir atender, entonces, los reclamos de
nuestras comunidades?
Si
lo que esperan nuestras autoridades son protestas pacíficas, ¿por qué ha
menospreciado y se ha burlado el gobierno actual de las múltiples
manifestaciones pacíficas que se han hecho?
Ciertamente
cuando los métodos decentes y pacíficos de lucha popular no logran sensibilizar
a las autoridades y provocar la debida respuesta y rectificación de su parte;
es cuando parece consolidarse la sospecha de que los métodos violentos podrían
ser, quizás, más efectivos.
¿Cuántos
trabadores y trabajadoras mueren al año por no poder tener acceso a ciertos
servicios de salud adecuados y a tiempo, así como a ciertos tratamientos
especializados?
¿Cuántos
parientes del trabajador (a) sufren más de lo necesario y hasta mueren por no
contar el trabajador (a) con el disfrute de un buen seguro médico para a él
(ella) y para las personas que dependen de él (ella)?
La «huelga»
como tema teológico, además de contar con un soporte en los principios que
subyacen en los textos bíblicos mencionados; también se justifica y fundamenta
en virtud de la intrínseca relación que existe entre la llamada “justicia
social” y la “paz social”.
Una
comunidad cristiana y evangélica que haya asumido a Jesús de Nazaret como
modelo de vida, y como referente ineludible para su accionar en el quehacer
social, no debe quedarse de brazos cruzados. No debe pretender separar de
manera artificial y hasta un poco irresponsable, la ineludible relación y
dependencia que tienen la paz y la tranquilidad social de la justicia social.
En
un clima donde no haya justicia social, y que en cambio reine la injusticia, la
exclusión, la falta de empleos, la reducción del poder adquisitivo de la
mayoría, un aumento de la pobreza, la inequidad y una distribución desigual de
la riqueza, etc.; difícilmente se pueda presumir y hablar de tranquilidad y paz
social y de que estemos en vía de desarrollo.
Las
comunidades e iglesias cristianas y evangélicas no deben de manera muy ilusoria
pretender estar comprometidas con la paz y la tranquilidad social, cuando se
muestran muy pocas comprometidas e interesadas en atacar las causas que
obstaculizan el verdadero clima de paz social.
Las
comunidades cristianas y evangélicas deben mostrarse más comprometidas con el
establecimiento de un verdadero estado de derecho, y con el fortalecimiento de
la institucionalidad del estado dominicano.
Es
en medio de un clima de verdadera justicia y equidad social cuando podremos
soñar con una lucha acertada contra la delincuencia, y contra los obstáculos
que dificultan que alcancemos ciertos niveles de desarrollo como pueblo y
sociedad. Sólo en el contexto de una verdadera justicia social podremos creer
que nos encaminamos a una reducción significativa de la pobreza y a elevar la
calidad de vida de nuestro pueblo.
Si
las iglesias cristianas y evangélicas aspiran a demostrar que están
comprometidas con la paz social, deberán mostrarse más activas y comprometidas
con los procesos que pueden hacerla posible.
Asumir la «huelga»
como tema teológico implica el compromiso con la vida digna del ser humano;
significa también el ponerse y estar del lado de los segmentos sociales más
vulnerables, y más necesitados, en sus frustraciones, sueños, anhelos y
aspiraciones.
Asumir la «huelga»
como tema teológico significa estar en la disposición de ir más allá de la
habitual oración por los grandes problemas que nos afectan como sociedad.
Implica el atrevernos a dar ejemplos concretos de compromiso en y con los
procesos pacíficos que demanden la solución de los grandes problemas
nacionales, a la luz de los derechos fundamentales del ser humano en el marco
de la ley y la antropología teológica judeocristiana.
Hector Benjamín Olea Cordero.
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